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The Matrix; la puerta al mundo de la filosofía.

  • Natalia Martínez Alcalde
  • Mar 1, 2017
  • 8 min read

“¿Por qué hay algo y no más bien nada?” – Martin Heidegger

En 1999, a pocos meses del inicio de un nuevo siglo, debutó en la gran pantalla un filme que revolucionaría y dejaría una huella profunda en la manera de hacer cine, marcando el comienzo de la era digital en la cinematografía. The Matrix (1999), la primera entrega de la trilogía de los Wachowski, nos sitúa en un futuro distópico. Presenta a Thomas Anderson (Keanu Reeves), un hacker que trabaja bajo el pseudónimo de Neo, que comienza a dudar de la totalidad que lo rodea, de su propia existencia, de lo que es real y lo que no. Un tal Morpheus (Laurence Fishburne) lo recluta. Le presenta dos alternativas: Tomar la píldora azul -dejar de dudar para rendirse ante la aceptación de la realidad tal y como se le presenta, andar por la vida con el bienestar que supone la ignorancia- u optar por la píldora roja -recorrer el arduo y angustiante viaje hacía el conocimiento de la verdad, de la insatisfacción, el pensamiento crítico, la sabiduría. ¿Qué hacer? Neo opta por emprender el tan severo viaje sin retorno de la filosofía.


Entendamos el argumento: En un mundo regido por máquinas que para funcionar necesitan energía, se han erigido “granjas” en las que los humanos son cultivados dentro de embalajes individuales y conectados a un enorme computador. La única manera de mantener a las personas vivas pero cautivas en aquellas cubiertas es creando una realidad virtual para tener sus mentes ocupadas e inconscientes de su estado físico. Ellos viven, trabajan, envejecen en lo que suponen es “el mundo real”. Esta realidad alternativa se llama Matrix.


A su vez, existe una ciudad habitada por los que han logrado liberarse de esta condición. Zion, conformada de desechos y ruinas, es el lugar desde el que los rebeldes se dedican a jaquear Matrix en búsqueda de los que están mentalmente listos para ser desconectados.


Sí, The Matrix es una de las películas de ciencia ficción más emblemáticas de todos los tiempos, pero es también una atinada metáfora de lo que supone la lucha intelectual de un pensador en su búsqueda por alcanzar la verdad. Una clara alusión sobre el control mental ejercido sobre las masas desde siglos antes del Concilio de Trento hasta la masificación de los medios de comunicación de nuestros días y la lucha emprendida por las personas que se hacen conscientes de este sistema. En resumen, el filme se edifica sobre las preguntas básicas de la historia del pensamiento humano. Así que hablemos de lo que la hace tan grande: sus bases filosóficas.


(1) ¿Qué es lo real? La duda de la realidad perceptible con Platón y Descartes


“¿Qué es lo que veo por la ventana? Sombreros y capas, que muy bien podrían ocultar unas máquinas artificiales, movidas por resortes” – René Descartes


¿Has dudado alguna vez entre estar despierto o dormido? ¿Suponer que tu sueño es la realidad y tu vida un sueño? ¿Por tu cabeza han rondado preguntas que cuestionan lo tangible, creyendo que hay una especie de arquitecto todopoderoso que controla lo que percibes con tus sentidos? ¿Has llegado a cuestionar la capacidad de razonar de las personas que te rodean? ¿Que si soy el único que piensa, siente, ve y los demás son máquinas preprogramadas? ¡Sí, suena a locura, pero no te preocupes! Para la psiquiatría podrías estar mostrando los primeros síntomas de una psicosis. Desde un punto de vista filosófico, has escalado el primer peldaño del escalofriante pero hermoso viaje del pensamiento.


“¿Qué es real? ¿De qué modo definirías real? Si te refieres a lo que puedes sentir, a lo que puedes oler, a lo que puedes saborear y ver, lo real podría ser señales eléctricas interpretadas por tu cerebro.” – Morpheus.


Comencemos tomando como referencia la alegoría de la cueva de Platón, una metáfora que se parece mucho a lo que propone Matrix. El pensador griego nos plantea a un grupo de hombres que desde su nacimiento están encadenados en una caverna sin poder girar la cabeza hacía la luz, miran la penumbra siendo testigos solamente de las sombras que se plasman sobre el muro como producto de una hoguera. Para los encadenados, las sombras son lo “real”. Uno de los prisioneros logra liberarse y salir, la luz del mundo exterior le molesta mucho, pero se adapta y con esta conciliación viene el deseo por rescatar a sus amigos. Vuelve. Ellos, incapaces de concebir lo que él señala, lo juzgan loco y amenazan con quitarle la vida si él osa recatarlos.


“Tienes que comprender que la mayor parte de los humanos son todavía parte del sistema. Tienes que comprender que la mayoría de la gente no está preparada para ser desconectada. Y muchos de ellos son tan inertes, tan desesperadamente dependientes del sistema, que lucharían para protegerlo.” – Morpheus.


En el siglo XVII, un francés llamado René Descartes se convirtió en uno de los pocos prisioneros de esa caverna que apenas iniciaba a girar la cabeza para ver el exterior. El filósofo, así como Neo, comenzó a plantearse dudas básicas sobre su realidad perceptible. “¿Alguna vez has tenido la sensación de no saber con seguridad si sueñas o estás despierto?” le pregunta Neo a su amigo. Esta cita de la película está claramente inspirada en el pensamiento cartesiano: “¡Cuantas veces me ha sucedido soñar de noche que estaba en este mismo sitio, vestido, sentado junto al fuego, estando en realidad desnudo y metido en la cama! (…) no hay indicios ciertos para distinguir el sueño de la vigilia.”


El dualismo cartesiano se posiciona como el centro del pensamiento de Descartes, esto se refiere al problema cuerpo-mente. Él, al dudar, logra comprobar la existencia de la razón: “Pienso, luego existo”. La complicación reside en: ¿Cómo comprobar la realidad externa? ¿Cómo diferenciar la realidad del sueño? Si mi mente es capaz de hacerme vivir vidas paralelas, sentir, andar, conocer, hablar, escuchar, mientras sueño, ¿cómo hago para confiar en lo que veo al estar despierto?


Somos dos sustancias distintas, pero una no existe sin la otra, escribe Descartes. La mente no es timón sin su nave que es el cuerpo y la nave no puede navegar sin un timón. Esto lo revela Morpheus al explicarle a Neo que si la mente de alguien muere en Matrix, esa persona muere también en el mundo real.

Descartes se posicionó como el padre de la subjetividad y principal promotor de la duda al resolver cuestionarlo todo. ¿Qué si hay un “genio maligno” y poderoso que ha puesto toda una ilusión frente a mis ojos para engañarme y controlarme? Se preguntaba el pensador francés -así como probablemente tú también te lo has preguntado. En el filme, ese genio maligno que propone Descartes son las maquinas que para mantener el control y conseguir la energía que necesitan para funcionar, crean una realidad alternativa para el ser humano. ¡Cuán fascinante es que una tesis así se haya planteado desde 1600!



(2) ¿Soy Libre? La libertad desde el existencialismo de Heidegger y Sartre


La pregunta por la realidad inmediatamente nos lleva a cuestionarnos sobre nuestra propia libertad. El padre del existencialismo es -aunque no se le incluya en las tertulias existencialistas parisinas- el alemán Martin Heidegger. En su libro Ser y tiempo (1927), Heidegger nos habla de dos tipos de vidas humanas: la existencia auténtica y la inauténtica. Expliquemos primero la inauténtica. En este grupo se encuentran los humanos en estado de negación permanente, los que no dudan de lo que dicen las modas o los preceptos sociales, que siguen a las masas o a ciertas instituciones sin cuestionarlo. Los que se entregan al mundo del se dice que –“Se dice que esto es en lo que debo creer… que esto es lo que debo hacer… que éste es el libro que debo leer… que así es como debo llevar mi vida.” Los que llevan una existencia inauténtica jamás se cuestionan quién es la persona que lo dijo y cuáles fueron las razones por las que se instituyó alguna ley, pauta o dogma “irrefutable”. Al contrario, acusan a la duda de ser una falta en contra de los valores establecidos. El jurar que hay cosas que no se deben cuestionar es el primer síntoma de una existencia inauténtica. O sea, los que están dentro de Matrix y siguen con sus vidas creyendo que todo lo que viven, ven, escuchan y sienten es real.


Por otro lado, tenemos a la existencia auténtica, el antónimo, es un ser humano que tras un enorme duelo supo aceptar y entender su naturaleza y lo que le rodea. Es al que su vida le pertenece, su existencia no se disuelve en el anonimato del que vive según lo que se le dice o informa, ya que no siente más miedo por cuestionarse todo lo que se dice. Éste es el hombre que elige por sí mismo –es el que sale de Matrix para alcanzar la libertad. Pero en la vida, al igual que en la película, los que optan por una existencia auténtica son muy pocos. La ignorancia es felicidad, dicen.


“Descubrí una solución según la cual el 99% de los individuos aceptaba el programa mientras pudieran elegir, aunque únicamente lo percibieran en un nivel casi inconsciente”. – El arquitecto.


Así que Neo tuvo que elegir entre la pastilla roja (lo auténtico) o la azul (lo inauténtico). Bien decía Jean Paul Sartre que el ser humano está condenado a la libertad: “Si no elijo, también elijo”. Sembrada en la mente de cada uno, por naturaleza, está esa duda, el cuestionamiento, la razón. La elección radica entre si regar esa semilla –seguir soñando, luchando, decidiendo por nosotros mismos- o dejarla intacta y dejar que alguien más elija por mí.


***


Las referencias en The Matrix no son solamente de índole filosófico. Encontramos menciones a obras literarias como Alicia en el país de las maravillas (1865) de Lewis Carroll; mitología griega en personajes como el Oráculo, Neo, Morpheus, Perséfone; referencias al cristianismo en Neo siendo el elegido, y en Trinity; el budismo y la cultura oriental aparecen citados en la metáfora del espejo, el karma, las artes marciales; entre varias otras cosas. No obstante, The Matrix huele a filosofía, es filosofía. El filme no gozaría de ese carácter laberíntico, ni de su esoterismo o intriga si no sembrara en el espectador las cuestiones básicas de nuestra condición humana.


La filosofía es la ciencia de las preguntas grandes, ésas que nos causan tanta angustia y que buscamos suprimir y encarcelar – ¡Que alguien más nos explique eso que tanto miedo me da! Hoy, en tiempos de rapidez, instantaneidad, parece que nadie tiene tiempo para detenerse a pensar. Las preguntas se hacen más grandes, nuestra capacidad de razonar más pequeña. Las alternativas para escapar de nuestra cabeza abundan. La información vacía y poco argumentada, las modas, los qué hacer y qué no hacer nos bombardean hasta por debajo de la cama. La filosofía, casi sin aliento, ya oxidada y cansada de gritar y gritar para intentar avivar nuestro entendimiento, parece estarse rindiendo.


The Matrix es una verdadera joya de la cinematografía que pasó a la posteridad, no solamente por sus revolucionarios efectos especiales y su carácter de ciencia ficción, sino porque intenta salvar el llamado que cada ser humano tiene a la sabiduría, y lo hace de una forma muy atractiva. El filme da dos opciones al espectador: verlo como una simple película de acción, salir de la sala y continuar con nuestras vidas, o convertirlo en el preámbulo a una vida en búsqueda de la verdad. Repitiendo a Sartre, no somos libres de dejar de ser libres. La elección entre si tomar la píldora azul o la roja queda en ti.


“Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él.” –Jean Paul Sartre.


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